sábado, 15 de octubre de 2011

Cortesía mágica

“Buenas noches”, “buenas noches Santiaaago”. Con estas dos frases cantadas entró al escenario del Caupolicán con su guitarra. La banda se paseaba entre la marimba, percusiones, batería, vientos, cuerdas  e instrumentos complementarios. Drexler no se escuchaba en los amplificadores de retorno, entonces resolvió el problema, dándole un ritmo melódico, para informar al público que los problemas técnicos “no deberían haber pasado”. Con esa actitud saludaron a un teatro casi lleno, el pasado doce de octubre.

 El concierto contó con tres partes. La primera con toda la banda, donde, por mucho que quedó demostrado que se necesitan teatros con una tecnología de audición mucho más avanzada, en Chile, –por cómo se acoplaban los sonidos-, la calidad musical quedó inigualada con los temas “Todos a sus puestos” y clásicos como “Eco”. La unión del público con el uruguayo era notable. Tanto así, que pedía a los músicos silencio para quedarse cantando solo con la audiencia. Pero los arreglos de los temas, con la banda, demostraron una calidad que a veces superaba las versiones de estudio. Las ganas de bailar, al ritmo tropical del conjunto, entretenían constantemente. Un ejemplo claro fue el tango “Se va, se va, se fue”. Para el término de esta etapa, el artista la rompió con la introducción de “Guitarra y Vos”, pero cambiando la primera frase por: “…que viva…la educación pública”. El público se vino abajo y motivaron a que Drexler creara una frase musical que fomentaba los derechos innatos para una reforma educacional en Chile.

Luego, el uruguayo se quedó con un par de guitarras y el público, para una sesión íntima. Lo agradable de estos conciertos se concreta cuando el artista conversa o cuenta historias. Por lo menos cuando tiene el ademán de decirle un par de palabras simpáticas a la gente. Al público, esto le da una sensación de que los músicos están a gusto, en el país y ciudad, y que no fue una pérdida de tiempo venir. Al igual que los fans desean verlo con muchas ganas, si los músicos tienen una actitud de tocar las canciones con lo mejor que tienen, el concierto puede lograr sus metas, sin necesidad de interpretar todos los temas. Volviendo a la educación, Drexler fue un ejemplo de cortesía, demostrando que esas cualidades las obtuvo, y obtuvieron, desde pequeños y en un ambiente que lo permitía. A diferencia del actuar de músicos que creen tener el público donde quiere y para un concierto a las 22 hrs, lo termina empezando a las 1:00 a.m.

Las canciones para esta fase incluyeron historias y procesos que vivió el artista para escribirlas. “Noctilucas”, más allá de una referencia a animales marinos, se entendió como una luz para el camino de tener un hijo. Esta pieza, y muchas más, demostraban la magia que tenía el cantautor al escribir y presentarse en escena. El inventar canciones no cesaba. Aún las aplicaba cuando la gente aplaudía y el no esperaba que aplaudieran aún, la melodía que inventó para decirlo causó risas inmediatas.

Citando un concierto que tuvo en España, comenzó a hablar de una artista rapera que admiró mucho en su momento. Le pidió que lo contactara si fuera posible y, con todas las vueltas, terminó subiéndose al escenario aquella noche. Anita Tijoux resultó ser muy admirada por el uruguayo. Siguiente a esto, presentaron una canción reciente llamada “Sacar la voz”, donde Anita demostró su implacable talento vocal y rapero, sin dejar de lado la búsqueda de justicia social en sus letras. Drexler aprovechó la situación para incluir una forma de rimas que admiraba –así lo afirmó- de Violeta Parra, las décimas. Seguido a esto, el resto de los músicos subieron al escenario para cerrar el recital con éxitos conocidos y algunos más discretos. Pero sin dejar la magia de una noche que hasta hizo llover dentro del teatro con “Llueve”.

Escrito por Pablo Álvarez Y y Miguel Malermo P.

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