miércoles, 28 de septiembre de 2011

Un 18 picante

Los nervios reinaban en el camino hacia el Monumental. Debido a la hora, no logramos ver a los Chancho en Piedra –lo que lamentamos por no haber escuchado la intervención del cover Behind the Sun que interpretó Felipe Ilabaca-, y lo poco que alcanzamos de ver a Foals notamos que era un grupo interesante, característico del rock indie, que seguramente tendrá bastante éxito más adelante en Chile (considerando que lleva una carrera desde 2005 que, en el país, no ha sido muy protagonista) ¿Qué mejor que telonear a una de las bandas que marcaron la historia del Funk en el mundo? Esta misma pregunta mantenía a la gente ocupada. No atendió mucho a la banda inglesa y cada vez que terminaba una canción pedían a los californianos. Así, cuando Foals bajó del escenario la gente comenzó a apilarse lo más cerca de la reja y a exclamar los coros de “ooes” y otro tipo de canciones improvisadas para comenzar de la mejor manera el 18.
 El apagón de luces fue el desencadenamiento de una locura de años. Si bien, la visita en Estación Mapocho fue criticada por el audio y la de la pista atlética por una concentración de canciones del disco By the Way, ésta era la oportunidad del desquite en un estadio donde se podía acaparar una gran cantidad de público. Y así comenzó la fiesta con una potente Monarchy of Roses, la cual introduce el disco nuevo I’m With You y que tiene características similares a Warped (One Hot Minute), por lo que la gente entraba en un verdadero éxtasis de compartir un metro cuadrado entre varios y sentir el ritmo de los Red Hot Chili Peppers.
La escena era revivir las imágenes del mítico tour Off the Map que ha sido uno de las principales culpables de querer ver el concierto perfecto de los Peppers. Pero aquí se contaba otra historia. Rondeando los 50 años, y sin una expresión de ello, Anthony Kiedis, demostró un nivel de voz que nunca le habíamos escuchado en vivo. Se había criticado mucho que los Red Hot no sonaban bien en sus performances, pero la movilidad de Flea en el bajo, los solos de Chad Smith en la batería y una impecable presentación del nuevo guitarrista Josh Klinghoffer, provocó un verdadero tapabocas. No sólo eso, sino un verdadero paseo musical a lo largo de su carrera fue lo que más emocionó al público.
Comenzando desde lo más nuevo, entre algunas pocas canciones de los álbumes By the Way y Stadium Arcadium, presentando I’m With You, pasaron a tocar los íconos del Blood, Sugar, Sex, Magik y Californication, sin dejar que el público pestañee con temas de infancia y juventud como Under the Bridge, Around the World y Otherside. Con todo esto, dieron espacio para introducir la verdadera locura chilena: con una introducción de Flea con respecto a “los amigos de la vida”, fue Me & My Friends, del ochentero disco The Uplift Mofo Party Plan, la que habló por sí misma. La gente respondió de su mejor manera cantando a toda voz para luego calmarse y entrar en una verdadera sintonía emocional como la produce Soul to Squeeze. Así, los músicos comenzaron a interactuar con el público, comentando que nunca se hubieran imaginado desde sus salas de clases a estar en un escenario con un estadio lleno de chilenos. Sumado a esto, tocaron una versión de “Olé olé olé olé, Chile Chile” en agradecimiento, acompañado de un “¡educación gratis para todos!” por parte de Flea. Qué más ovacionados que ellos. Una banda que logró reunir generaciones de un extremo a otro y provocó una verdadera unión en Pedreros. El agradecimiento va a ser infinito y los ánimos hasta dejaron aires de querer verlos sin cansarse.















Escrito por Pablo Álvarez Y. y Miguel Malermo P.

martes, 27 de septiembre de 2011

Chileno de corazón

Daba la sensación de que el grupo no era lo suficientemente conocido. Más allá de videos de Youtube, la popularidad de Mondo Cane  -como Tomahawk, Lovage, Peeping Tom, con X-ecutioners, entre otros grupos de Mike Patton- no parecía muy grande. Sin embargo, comprendiendo lo que ha vivido el norteamericano en Chile se entienden las ganas de traer a una orquesta que renueva temas de los años 50’ y 60’ de origen italiano. Pero, ¿qué hace pensar que esta música atrae a una cantidad considerable de público chileno? La respuesta se dio aquél martes 20 de septiembre. Si bien, esta fecha estaba programada como “segundo concierto” de uno establecido desde noviembre del 2010, el Caupolicán estaba lleno.
 La primera entrada fue de los violinistas de la Sinfónica de Chile, quienes fueron muy aplaudidos y felicitados por el público. En seguida comenzaron a salir los músicos de la orquesta, y entre medio el vocalista de Faith No More. Si pudiésemos hacer un contraste con 1995, la impresión sería inexplicable. Luego de que los chilenos veneraran al cantante tirándole “pollos” mientras interpretaba Midlife Crisis en una performance de Faith No More, en el mismo Teatro Caupolicán, 16 años después toda la audiencia se puso de pie para ovacionar a una figura que se ha transformado en un ídolo artístico. Y no fue la única sorpresa, apenas comenzó el concierto la gente demostró el conocimiento del grupo cantando, a coro, casi todas las canciones.
La potencia de comenzar con Il Cielo in una Stanza, dio cuenta de que se venía una noche muy interesante y entretenida. A continuación, Che Notte! Demostró el uso de instrumentos singulares de segura presencia viniendo de este músico versátil en lo bizarro de la música. Desde una bocina antigua a un cable que producía efectos acompañaron las voces de coristas con un talento realmente admirable. Y así, con canciones explosivas como Urlo Negro la gente se mantuvo aplaudiendo y moviéndose en un dinamismo cómplice a Patton. Por otra parte, lentos como Scalinatella sirvieron para fijarse en una de las voces más experimentadas de la música contemporánea.
Con esto respondimos a lo que desconocíamos sobre el seguimiento a Mike y a sus grupos, por parte de los chilenos. Podríamos interpretar que en Chile ha comenzado un gran interés por la experimentación musical, porque por poleras y banderines se notaba que la gente se paseaba por distintas bandas del músico. Sin olvidar que en el momento que presentó a Trevor Dunn, compañero de Patton en Mr Bungle –quien tocaba el contrabajo en Mondo Cane-, la gente comenzó a aplaudir considerablemente.
La suma de estos sucesos, más los ocurridos en años anteriores son comprensibles para entender el amor del vocalista a Chile, una cultura que lo ha integrado de manera interesante y que, quizás, lograría incentivar a traer a los muchachos de Mr Bungle.






Escrito por Pablo Álvarez Y. y Miguel Malermo P.

lunes, 26 de septiembre de 2011

El declive de interés por los Dioses del ayer.


Hace un par de días, vi cómo los numerosos afiches y avisos del concierto de Eric Clapton en Chile cambiaban parte de su información: el imponente título de “Estadio Nacional” ahora se veía reemplazado por la percha “Movistar Arena”.
Más que sorpresa, sentí cierta desilusión. Nuevamente un coloso histórico del blues y el rock pasaba a ocupar un segundo plano en materia de conciertos en Chile (bajo la excusa de "dificultades de ténicas de producción").

¿Cómo iba a sorprenderme? En el 2010 B.B King ya llevaba una baja venta de entradas antes de que su concierto, fechado para el 27 de marzo en el estadio Caupolicán, se viese cancelado a causa del terremoto ocurrido un mes antes.
Meses después, ni los abundantes avisos de Jeff Beck en el metro capitalino lograron llenar el Caupolicán el 30 de noviembre.

Entonces… ¿Qué sucede con los chilenos?
Más allá del precio de las entradas, muchos podrán decir que B.B King ya no se desgasta en la comodidad de su asiento como lo hacía antes o que Jeff Beck, en su afán de perfeccionar su técnica sustentada en la palanca, se alejó de las raíces bluseras que lo llevaron a triunfar con los Yardbirds.
Respecto de Eric Clapton, podrán decir que ya no está en el momento de sus visitas anteriores (giras 24 Nights y One More Car, One More Rider) o que el nuevo disco es un disco para viejos.

Ahí es cuando entró en la conclusión de que, aparentemente, la música no es tan atemporal como siempre pensé que era. Los Dioses de la guitarra que tuvieron su auge en el pasado hoy no tienen igual repercusión, y da pena pensar, por ejemplo, en qué concurrencia habría tenido un concierto de Stevie Ray Vaughan de estar vivo en la actualidad.

Eric Clapton es sin duda un Dios de la guitarra.
Su trayectoria en The Yardbirds, John Mayall and the bluesbreakers, Cream, Blind Faith, Derek and The Dominoes y su extensa trayectoria como solista lo constatan.  Escribía en su guitarra “LORD ERIC” cuando aún no sabía tocar y presenció cómo esto se transformaba en un emblemático graffiti de “CLAPTON IS GOD”.

Esperemos que este 16 de octubre nos ofrezca un espacio de intimidad donde Clapton demuestre que, a pesar del cansancio que le generan las giras, el tacto del Slowhand con su Stratocaster es una expresión de emotividad inigualable.


Escrito por Pablo Álvarez Y.  y Miguel Malermo P.

viernes, 9 de septiembre de 2011

El renacimiento del Ska californiano

Directo desde la cultura californiana vuelve Sublime pero con un integrante importantísimo: Rome. Luego de 15 años sin funcionar, el conjunto surfista demuestra que el Ska, pulido por estos referentes del género de los 90’, no está muerto.
Pudimos verlo en el Lollapalooza, bailando al ritmo de la guitarra con el pulso constante del “SKA, SKA, SKA!”, y nos dejó en claro que Eric Wilson y Bud Gaugh tienen para rato con el nuevo integrante de tan sólo 20 años.
Si bien, se puede encontrar un poco de Pop, que podría ser muy temido para quienes sienten que el pop es la “venta” de los músicos, las raíces de Sublime no se alejan del todo, y sigue produciendo esas ganas de estar en una playa surfista, en traje de baño, con una guitarra y disfrutando a pleno sol. Por otra parte, si es que es Rome quien impulsa la esencia de las canciones podemos encontrar un Sublime bien enamoradizo (lo que podemos percatar hasta por el nombre del álbum), lo cual no es una mala técnica para conquistar a quienes le dedican canciones a sus parejas.
El plato fuerte, por el que se ha hecho popular el disco, es el primer tema: Panic. Que acarrea mucha fuerza para demostrar que el regreso viene con todo.
No hablemos de reemplazo, Rome tiene su propia onda desde la apariencia hasta en el tono. Al mismo tiempo se crea un respeto a la figura del fallecido vocalista Bradley, debido a que en una entrevista, Rome comentó que no interpretan la canción Caress Me Down, donde el ex vocalista comenzaba diciendo “Mucho gusto, me llamo Bradley”. Ha habido un respeto por la familia que hasta reclamó porque el grupo no mantuviera el emblema de Sublime, lo que los condicionó a agregar with Rome.
Esperamos el retorno de uno de los himnos del Ska-Punk-Reggae para algún concierto que dure más de una hora.
Escrito por Palalo Álvarez Yañez y Miguel Malermo